Foto realizada en Girona, Girona, Cataluña, España.
Esta fotografía pertenece a la categoría del autor: Catalunya
Fotografía tomada el 22 de Diciembre de 2019 a las 12:53
Cámara: Sony (H3113)
Publicada el día 28 de Diciembre de 2019.
Latitud: 41,9857 | Longitud: 2,8261
La leyenda más característica de Girona es la de las moscas de Sant Narcís. Mientras otras poblaciones hacen aparecer en su mitología dragones, águilas o leones, los gerundenses se han dedicado a glorificar un pequeño insecto doméstico, bastante molesto pero cordialmente casero: ¡la mosca!
El milagro de las moscas sucedió, se cuenta, en septiembre de 1.286, cuando el ejercito del rey de Francia, Felip l’Ardit, asedió Girona con motivo de sus trifulcas con el rey Pere d’Aragó. Aunque la ciudad capituló sin lucha, los franceses, al entrar en la ciudad, se portaron de manera ignominiosa: robaron, insultaron y oprimieron a los gerundenses. Asaltaron iglesias burlándose de los objetos de culto y profanaron el cuerpo incorrupto de Sant Narcís, guardado en la colegiata de Sant Feliu, rompiéndole un brazo. Esto fue demasiado: del cuerpo del santo comenzaron a volar moscas gigantes que picaron furiosamente, tanto a los soldados franceses como a sus caballos. Después de ser picados, los enemigos murieron mientras movían violentamente las piernas. Este supuesto hecho ocasionó una multitud de escritos, sermones y leyendas, originando la típica y tópica iconografía gerundense que liga indisolublemente la imagen de las moscas a la de la ciudad.
Más tarde, cuando en 1.653 los franceses, mandados por el general Plessis-Bellière y el mariscal d’Hocquincourt, asediaron Girona, otra vez aparecieron las moscas del cuerpo del santo patrón de la ciudad, aunque esta vez se limitaron a picar a los caballos de los asediadores, causando la muerte a más de dos mil de ellos.
Años más tarde, en el año 1.684, mientras los franceses (¡sí, los franceses!) a las ordenes del mariscal Bellefond volvieron a su manía de asediar Girona, reaparecieron los patrióticos insectos a picar tanto a los soldados como a los caballos, causando una gran mortandad.